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Luna os cuenta:

Hola amigos!! Hoy os traigo un experimento. He publicado en mi canal de youtube un podcast de Luna leyendo las primeras páginas de su historia. ¿Os apetece escucharla? https://www.youtube.com/watch?v=Uqm6v_g9FxA&t=9s

Al barro, que ya iba tocando...

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         Suelo servirme de ejemplos para explicar muchas cosas de las que me rodean, es mucho más sencillo que dar teoría a secas, y algo que nos rodea sí o sí, son los móviles.          No creo que a nadie le cueste entenderme cuando digo, lo suelo usar, que nací sin varias aplicaciones en mi cabeza. Os hago la lista de las que me faltan por completo:          -El GPS.          -La agenda que te avisa de los cumpleaños.          -Alguna que tenga que ver con el orden.          Venga, haced reflexión, ¿sois perfectos? ¿Admitís que os falta alguna?          Hay veces que algunas aplicaciones con las que sí nací se me descalibran y tengo que resetearlas porque me dan problemas:          -Mi nivel de batería (que viene a ser la intensidad con la que a veces me tomo las cosas).          -Mi linterna (porque a veces voy a ciegas y sin frenos cuando me arranco).          Pero en lo que yo nunca había reparado y hoy sí lo voy a hacer (que me perdone Dios) es que puede

Ratio enfermero-paciente suspenso.

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                   —Perdona...          (Cinco minutos después)          —Perdonaa...          (Siete minutos después)          —Perdonaaa —al fin consigues que el camarero te mire—¿me traes la cuenta?          Te vas del bar un cuarto de hora después con un cabreo histórico jurando en hebreo que no vas a volver porque no has recibido el trato que mereces y que has pagado.          ¿Habéis vivido alguna vez esta escena? Seguro que sí, se repite mucho, es España cada vez nos gusta más apurar en personal. Pero permitidme enviarle "a los que mandan" un tópico de toda la vida para ver si así lo entienden: una cosa es una cosa y otra es mucho distinta... En Sanidad no por favor, estamos hablando de vidas, de nuestras vidas.                  Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la UE, la ratio de enfermeras por cada 1.000 habitantes es de 8,8, mientras que en nuestro país es de 5,3. Solo cuatro paíse

EL PUTO ERROR AL ACECHO

         No se me va de la cabeza, ni creo que a nadie... la noticia de esta semana, la trágica noticia. Esa que si saliese un duende de una lámpara y me concediera tres deseos uno de ellos sería echar el tiempo para atrás y volver a la mañana del miércoles e impedir que ese hombre se despistara.          No se me va de la cabeza, ni creo que a nadie... el error, siempre al acecho, porque somos personas y ya se sabe que imperfectos y ya se sabe que todos cometemos errores, y ya se sabe que todavía hay gente que se cree a salvo.          Pero no. Yo llevo estos días mirando a mi pequeña con más dulzura, amor y cuidado que otras veces, porque se me ha colado en el alma y le pido al cielo que los errores que yo cometa con ella, porque los cometeré, no sean tan tremendos. Subrayo: nadie está a salvo.          Vivimos "en prisa", ya no "deprisa", nos hemos superado, la urgencia ya viene en nuestros genes, nada más despertar ya corremos, hasta de vacaciones no

LUNA PARA DOS (o para el que quiera leerla)

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         En estos tiempos convulsos para la enfermería (y cuando no es Pascua en Domingo), se me ocurre a mí publicar un libro.          Sí, tiempos muy desagradables, en los que se ha valorado nuestro trabajo con una vara de medir envenenada. Me refiero a la carrera profesional, las dos palabras más pronunciadas en mi hospital en estas últimas semanas. La pena, la triste pena, es que aquello que podría habernos suscitado una gran alegría al oírlo ahora nos provoca arcadas, cuando no migrañas (por no generalizar creo que hay siete personas contentas en Madrid).          De pequeña pensé que los malos solo estaban en los cuentos, de adolescente, en cambio, en las discotecas, después me absorbió la vena "hippie" y aposté que no había malas personas, que era cultural o patológico, con los "ventitodos" me fui desengañando y ahora, a mis treinta más que cumpliditos, me da mucha pena admitir que sí que existen y suelen tener poder. El poder de humillarnos y negarnos