Entradas

Mostrando entradas de 2020

¿Me ha ofendido Fernando Simón?

Imagen
                 Con respecto a esta nueva polémica del director del centro de emergencias, Fernando Simón, esta vez sí que he decidido pronunciarme. Si no habéis visto de qué se trata, aquí lo tenéis. Son veinte segundos. ¿Cómo me voy a pronunciar? A la antigua usanza, una cartita.                                                  https://www.youtube.com/watch?v=WrjiA7uvQaQ Carta a Fernando Simón:                         Soy Irene, enfermera con seis trienios (18 años de profesión ), lo aclaro porque a la vista está que lo de las cifras no es lo suyo. He trabajado toda mi vida en el sector público, en especializada, en dos hospitales de la Comunidad de Madrid. Y ya, no necesita saber más de mí, bueno, voy a ser espléndida, le añado que en mis últimos cuatro años he trabajado en UCI.             Le escribo esa "pseudo" carta, para confesarle mi parecer sobre su nuevo derrape, pasada de frenada, o "cagada por todo lo alto". Y mi parecer es...             Que a

Susto, mucho susto.

Imagen
              Mañana vuelvo a trabajar. Ahora sí que se han acabado las vacaciones, y prometo que cada vez que lo recuerdo mi cabeza me sorprende y el hilo musical popero que suele ponerme, me lo cambia por un tema de esos de terror o de peli de suspense para atacarme, aún más si cabe.             A nadie, excepto a los de "google", les fascina la vuelta al trabajo, y yo, que soy una ovejita del rebaño confesa, siento todos los años fastidio absoluto al pensar en volver, volver, volver..., pena, depresión, astenia, malhumor, ganas de comprarme ropa, cortes del pelo, propósitos de salir a correr; este venía siendo mi pack sintomatológico pre-vuelta. Pero este año, este año los supera a todos con creces. Porque al pack se le ha unido la tensión y el miedo. Literalmente, "estoy cagá" por lo que me voy a encontrar mañana en la UCI.             Os confieso una cosa: hoy he estado leyendo a un negacionista que se ha ido a meter con una de las mejores enfermeras del D

NOS ESTÁS ROBANDO EL AMOR.

Imagen
                Hace una semana Judith iba a una fiesta de cumpleaños donde iba a conocer a su futura pareja. La celebración era en un bar y el camarero de ojos azules, Diego, se quedaría tan impactado con la sonrisa de esa preciosa chica que haría méritos para pedirle que le esperara al salir. En su primera cita oficial, la chispa entre ellos les dejaría la boca dolorida de sonreír; en la segunda de besarse.             Marta iba decidida, hace diez días, a conversar de una vez con el chico con el tantas veces coincidía en la parada del autobus y por mucho que las miradas hablasen por ellos, ninguno se había atrevido a entablar relación. Jaime estaba deseando salir del taller para llegar a la parada y cruzarse, de nuevo, con la chica de las pecas infinitas. Ella no fue, en su empresa le hicieron un ERTE y decidió volver a su pueblo, justo el sábado en el que se dictó el estado de alarma.             Carla llega a su casa cansada. Es cajera, estos días en la tienda

Déjate el pedestal en casa.

Imagen
         ¿Todavía hay gente que no se ha dado cuenta de que estamos en una situación tan especial, horrible, deprimente que más parece una película de Steven Spielberg que la realidad?          Pues debe de ser que no, porque todavía vienen especialistas a nuestra unidad, donde estamos compartiendo batas, reciclando mascarillas, usando siempre FFP2 aunque tengamos que aspirar y coger papeletas para pillar el coronavirus, donde hemos hecho boxes dobles con material de vete a saber dónde en dos horas, donde nos pasamos todo el turno (excepto un descanso), TODO, vestidos, ahogándonos con las mascarilla, aguantando el dolor que te provocan las gomas, todavía vienen y nos hablan como si fuésemos tontos. No está el horno para bollos, señores.                    ¿Nosotros tontos? ¡Ja!          El equipo de enfermería está continuamente dentro de las unidades. En todas las unidades que se han abierto en el hospital de UCI, en muchas con personal que no está entrenado y   a vece

NO SOY SOLDADO

Imagen
      Mañana vuelvo al hospital, por llamarlo así. Últimamente es más parecido a una trinchera que a un lugar donde se salvan vidas. Nunca pensé que presenciaría una, y ahora cada vez que piso la entrada de hospital siento que estoy en primera línea de guerra. Pero aquí hay algo que no encaja, yo no soy soldado, yo no tengo genes valientes deseosos de salvar a la humanidad de un meteorito maléfico, no, yo soy hipocondríaca y muy cobarde. Yo no soy soldado.      Me esperan, si nada cambia, cuatro mañanas y dos noches seguidas. Las mañanas son más llevables, las noches no quiero ni contarlas. Vamos envueltas en plástico, con suerte, con dobles guantes, gorros, calzas, dos mascarillas que pican como demonios y te hieren la piel dejándonos unas marcas que prometen ser eternas, con una pantalla que te aprieta tanto que duele la cabeza, pero a mí me da seguridad y prefiero la cefalea a trabajar con miedo. Es una película de ciencia ficción, pero insisto, nunca me he visto como la protagoni