Selva o isla, esa es la cuestión.

¡Es tan difícil encontrar el punto justo para corregir sin cabrear al corregido, que al final se nos han subido a la chepa y nos están pataleando a la voz de «arre, arre»! Sí, son muchos años ya tratando con gente. Lo que en principio decía —cuando era una adolescente sin experiencia—, que me encantaba, «el trato con la gente», ahora lo he llegado a detestar. A veces, cuando no circulo por Madrid y espero a que el semáforo y el atasco me dejen continuar mi camino, me fijo en esas oficinas y envidio a todos los que allí trabajan. Gente encerrada en pequeños cubículos, con un ordenador y que probablemente se pasan horas y horas, enfrascados en su trabajo sin hablar con nadie. Me encantaría tener un trabajo así. Y soy sociable, bastante, los que me conocen pueden dar fe, pero el trato hospitalario ha golpeado, aturdido y aplastado mis ganas de socializar. Para que me entendáis mucho mejor, os voy a describir varios perfiles que hay en nuestra selva, y que están logrando que fantas...