Hace una semana que han celebrado la cena de navidad en mi planta. Yo no pude ir, me fui a Bélgica (que ya que estamos os lo recomiendo). Al día siguiente tenía el móvil repleto de fotos rabiosas (de propia envidia) y de mensajitos de lo bien que se lo habían pasado. El eslogan, reiterado por todos, fue que hubo muy buen rollo. Y no me extraña, aunque tengamos una fama regulera (caótica, en ocasiones) en mi servicio nos hablamos unos a otros, e incluso, a veces, hasta nos echamos unas risas, fíjate tú… y he pensado voy a ponerme sensible para mi siguiente entrada. Y vuelvo a salir en defensa de mi planta: para que lo sepáis, aquí se han forjado parejas (aunque las dos que recuerdo han roto y como el rosario de la aurora), de aquí ha habido un enfermero que se fue de misionero, de aquí se han jubilado parejas casi a la par, de aquí se ha ido gente de viaje junta… Vale, tampoco es para tirar cohetes, pero y si a esto le añadimos: que de aquí yo he hecho más que compañeras, amigas....