El mundo está loco y yo formo parte del mundo.
Con esto ya podría poner punto y final y quedarme conforme, vosotros no tanto, porque en estos días tan belicosos estamos a la búsqueda constante de frases redondas y novedosas para colgar en Instagram y mi cita de arriba es prosaica y ramplona, pero más cierta que el agua moja (otra obviedad, lo hago para que no me copiéis, no os penséis que soy tan básica, las metáforas ocurrentes las dejo para mis libros).
Pero
es que el mundo está loco, en serio, y sin querer cruzar fronteras, que una es
cobarde por naturaleza y teme las posibles represalias si el malo malísimo
leyera esto (igual como es una rata y estará escondido en su mega-bunker estará
harto a leer lo que se habla de él), yo me voy a referir a la locura dentro de
mi hospital, en concreto de mi servicio, y dejemos al macabro Putin en paz (se
me ha escapado, le va a saltar una alarma de google, verás... ).
¿Por
qué estamos tocados en mi servicio, UCI? Os cuento, os cuento. A un año de mis
siete trienios, puedo aseguraros que he visto verdaderas batallas, traiciones y
enfados por conseguir el ansiado turno de mañana. Excepto los eternos jóvenes
(vosotros sabéis quienes sois), a medida que pasan los años, el personal
necesita el turno de mañana (de 8 a 15) para conciliar con su vida familiar. A
nadie le gusta madrugar, pero luego tienes toda la tarde libre para arrastrarte
como un gusano porque estás muerto, matao, pero libre.
Pues
bien, en mi servicio ahora no ceso de escuchar a diario frases del tipo:
«¿La
mañana? No la quiero ni regalada», «yo solo quiero tardes y noches», «¡Uhhh, de
mañana, ni en broma!», «yo cuando hago mañana no pego ojo, chica».
¿Qué
está pasando? ¿Por qué la mañana ha perdido valor? ¿Será por la inflación? No,
no es por eso, ni por el precio de la gasolina, que ya os veía venir, es por...
os lo explico ahora mismo. (¡Toma clickbait que me acabo de marcar!)
Es
porque las mañanas en mi servicio son más tensas que cuando le pides al
supervisor los días de formación.
TENSIÓN.
En
mi servicio no fluye la chanza, ya os lo digo. Para que os vayáis haciendo una
idea. Los facultativos, en general, de despacho para fuera, son serios como
corresponsales de guerra, de puertas para adentro igual son El monaguillo, yo eso
no lo descarto, aunque no lo veo. Y la supervisión... ídem (son mis
jefes, me debo a ellos, permitidme que no pueda ahondar).
Las
mañanas son una locura en general, hay que asear a todos los pacientes y en UCI
es un asunto tan delicado que mínimo debemos ser cuatro personas. También, al llegar los intensivistas (nuestros facultativos) modifican los
tratamientos, a veces una, dos, tres veces y te piden analíticas, una, dos, tres; o electros y más cositas para que no cates silla... En la mañana se hacen la mayoría de pruebas,
están todos los especialistas entrando y saliendo de forma, muchas veces, anónima
(porque preguntas y nadie sabe quiénes son esos individuos con bata)... Os
prometo que, en momentos, hay más gente en la unidad que en el resto del
hospital.
Eso
ya era de por si tenso y agotador.
Pero es que si ya íbamos a 1800 w, ahora le hemos añadido una sobrecarga de tensión que está saltando todos los plomos de las cabezas enfermeras: EL PASE.
EL
PASE: dícese de un encuentro entre todos los sanitarios de la unidad, a una
hora en concreto (ni un minuto más, ni un minuto menos), en forma circular, en
el que se expone todo lo relativo al paciente y el plan a seguir y se camina de
box en box como en un viacrucis.
Una muy buena idea, porque estoy convencida de que la comunicación es una de las mejores herramientas para esquivar al temido error. Yo no me tenso por lo conveniente o no, me tenso por la forma. Porque aquello es más serio que la reunión entre Macron y Putin en esa mesa larga que ya todos guardamos en nuestras memorias.
Si
busco sinónimos de serio todo encaja en el PASE: grave, formal, circunspecto,
arduo, embarazoso.
Y yo, que soy de chascarrillo fácil, que tengo alma de payaso, que me salen solas las chuscadas, me tengo que contener tanto que voy a ibuprofeno diario. Que sí, que hablamos de pacientes críticos, que tiene poca broma, pero un poquito de sal le da gusto a las comidas.
Así
que ahora, cuando entras a las 8, además de todo lo que tienes que hacer, te
toca estudiarte todo, todito, todo lo relativo al paciente porque no se te
ocurra excusarte alegando que "es el primer día que le llevo y no le
conozco". El último que lo dijo sufrió varias miradas y suspiros de esos
que matan y ha preferido irse de voluntario a una central nuclear en Europa del
este.
En
ocasiones, solo en ocasiones, los criterios no son iguales y los cuchillos
sobrevuelan el círculo, por lo menos eso percibo yo, que soy de mente
fantasiosa...
Como a alguien le suene el móvil, se le ocurra iniciar una conversación paralela por lo bajini o no esté a la hora indicada en el círculo, recibe el descrédito y la reprimenda (por contacto visual tipo tu madre cuando no te podía regañar, pero lo hacía con los ojos) de los entusiastas del PASE.
Es
por eso, que yo hoy, una odiadora de
hacer noches confesa, que me muero de sueño desde las dos de la mañana y pierdo
hasta la dignidad "enfermeril"
cuando mis miembros inferiores se niegan a moverse aunque sea consciente de
que pita una bomba de mi paciente, me he visto pensando: ¡Ayss, qué bien, hoy
hago noche! ¡Qué paz!
¿Qué
paz? Pues sí... en esas estamos, anhelando la paz (aprovecho la coincidencia).
¿Normalizaremos
el pase?, ¿lo ambientaremos con un poquito menos de formalidad? ¿dejaré el
ibuprofeno? Ya se verá...
Así
que sí, concluyendo, está el mundo loco, y yo la primera, pero pienso que con un poquito de amabilidad y empatía podemos hasta disfrutar de ese ratito.
PD: Si algún día en el PASE se me escapa un chascarrillo, perdonadme, es mi espíritu apaciguador, el típico que en momentos tensos le da por intentar aflojar (y no suele conseguirlo); soy como la infructífera diplomacia en estos belicosos tiempos.