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Mostrando entradas de febrero, 2014

TIRITITRANDO DE MIEDO

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         Hoy sí que vais a pensar, ¡esta chica se lo inventa! No es posible que una planta dé para tanto. Pero os prometo por mi nuevo libro —y así aprovecho y os cuelo lo de Abrázame que no te quiero—, que todo lo que escribo es verdad, de la buena, de la que no hace falta inventar nada. La realidad supera la ficción, ya lo veréis.          Este fin de semana me ha tocado trabajar —¡oohhh!—. Yo ya iba precavida, sabía que sí o sí, me correspondía llevar esa habitación…    Sábado tres y veinte de la tarde —prácticamente se acaba de marchar el turno de la mañana—. Es costumbre en nuestra unidad el tomarse un café antes de empezar a sacar pastillas y así  estábamos obrando, una asidua a dicha tradición, y mis dos fantásticas compañeras enfermeras. Cuando de pronto escuchamos un montón de gritos, como de hienas, tan agudos que mis tímpanos todavía están resentidos. Las tres saltamos de nuestro asiento y como un vendaval corrimos al lugar de dónde provenían los aullidos. ¡Oh, no! P

Una semana sin Paqui.

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                   Una semana sin Paqui, una semana, pero los que la conocíamos, llevábamos más tiempo sin ella. Dos años. Dos años en los que esa mujer de cabello oscuro, tan bella, bellísima por fuera y llena de furia, energía y vida por dentro, nos dejó. Su corazón cesó de latir, sorprendentemente, el quince de febrero, pero su espíritu ya no habitaba en ella. Una enfermedad lo desalojó a golpe de olvidos. Una de las más perversas enfermedades que existen: El Alzheimer. Aquella patología neurodegenerativa incurable hasta el momento.          Todo empezó en 2009, tras la muerte temprana e inesperada de su marido. Paqui comenzó “a perder la cabeza”, a tener olvidos tontos,  a no saber cuánto le tenían que devolver en el Carrefour al pagar, a olvidarse de leer, a no ver bien, a confundir el nombre de sus hijos, a olvidar el de sus nietos. Las alarmas saltaron, comenzaron las pruebas y no tardó en llegar el diagnóstico: Paqui, tenía Alzheimer.          ¿Tan joven? Apenas 6

INGENIERAS DE LA NASA CON PIJAMA

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En muchas ocasiones cuando salgo de una habitación y reparo en las preguntas, ruegos, y dudas que me han expuesto dentro, me cuestiono:          ¿Podrían ficharme los de la NASA? ¿Somos las enfermeras unas eruditas invisibles e infravaloradas? ¿Realmente estoy bastante por encima de la media?          Porque yo os prometo que mi nivel cultural anda  justito, en Historia y Geografía estoy bajo mínimos y descendiendo a la vez que cumplo años y mi memoria hace huecos para nombres de series. Creía sinceramente que era una tipa normal, con un intelecto normal, más o menos como mis compañeras, cada una despunta en algún tema o habilidad, pero visto lo visto, y aunque suene pretencioso:          Enfermeros y enfermeras del mundo ¡somos unos lumbreras!          Y no, no me he levantado con el ego subido y me estoy tirando el pisto, os pienso poner ejemplos, aunque supongo que vosotros tendréis miles de anécdotas que refuerzan ésta opinión:          Una tarde se me acercó un yern

18 de febrero.El misterio de la pastilla machacada

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Hay varios temas estrella que provocan preocupación maníaca en los familiares de nuestros pacientes:          • Receta de la pastilla para dormir.          • Tratamiento que toman habitualmente y que no les ha pautado el doctor.          • Estreñimiento.          • Funcionamiento de la tele.          • Presencia de kiwis en la dieta, etc.           Los dos primeros, en concreto, son de fácil resolución: tan sencillo como preguntárselo a su médico. Pero no, ellos prefieren esperarse a las seis de la tarde, asegurándose que su doctor ya se ha ido, y acercarse al mostrador de enfermería para cuestionarte temas médicos. Y si no los resuelves —imposible, como comprenderéis—, exigirte que llames al médico de guardia con tono de voz exponencialmente creciente. “A la enfermera es mucho más fácil gritarla” —creo que es su modus operandi —. A lo que iba, que me pierdo; en esta semana se ha repetido, con diferentes resultados, un recelo en nuestras visitas. Algo que nos hemos visto a

Bates hospital

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¿Si yo os preguntara por un lugar aterrador, un espacio al que preferiríais no entrar en la vida aunque tuvierais que dormir en el santo suelo, qué me responderíais?          A mí de primeras me viene el Bates Motel, el hotel de Psicosis. Conmigo, desde luego, no hacían la película. Ya podía estar cayendo el diluvio universal, y ser el único hotel a cien kilómetros la redonda, que veo esa colina y esa pinta espeluznante y me quedo pasando frío en mi coche.          Supongo que cada uno habréis visualizado un lugar, la pregunta era muy general, ¿pero y si la reducimos al ámbito hospitalario? Algo como esto:          ¿En qué habitación de un hospital no entraríais? ¿Cuáles son los lugares más terroríficos, aquellos que la gente teme y cruza los dedos porque no le toque vivir una experiencia así?          ¿La UVI?, ¿pasillo de la Urgencia?... ¿Quirófano de traumatología?          ¡Venga, seamos sinceros! Esos son perlitas del Caribe comparadas con una habitación en la que h