NO QUIERES CALDO, DOS TAZAS.
Harta estaba de oír los tópicos castellanos, tengo
una madre que creo que se los sabe todos, pero con la edad me empiezo a dar
cuenta de que esas frases heredadas de nuestros antepasados esconden más verdades
que La enzima prodigiosa.
¿Sabéis
que me he cambiado de hospital? Pues sí, me armé de valor y decidí optar por el
cambio. Ahora bien, una cosa era el hospital y otra muy distinta el destino
final, el servicio en el que me tocaría trabajar.
Fueron
unos días de locos. Todo el mundo pendiente del BOCAM, para en el mismo momento
en el que saliera la resolución, renunciar a tu hospital e ir al día
siguiente al nuevo... Y si no lo sabéis, lo del papeleo, y tanta visita a
"impersonal" (como he re-bautizado a la unidad de personal), pueden
hasta con los nervios de Mimosín.
Para
darle un gotita más de emoción, había que llegar el primero al nuevo hospital
para elegir el servicio. Como veis, un método de elección de los más justo, currado,
lógico y apropiado, bromas aparte.
En mi
nuevo hospital hubo quien hizo noche, en plan mochilero, para asegurarse una de
las cinco mañanas que ofertaban. Yo soy más vaga que Niebla, la perrita de
Heidi, pero, al menos, decidí madrugar. Mi propósito no era tan ambicioso como
un turno de mañana, el mío era claro y concreto: todo menos geriatría (y que
los abuelitos me perdonen). No quedé tan mal, llegué la doce de unos veintiséis...
y entré al despacho donde me esperaban Las Jefas.
Sonrisas,
amabilidad y facilidades, eso me encontré. Yo no mentí, les conté lo de mis nueve
años en interna, pero ellas me ofrecieron cualquiera de los servicios que
quedaban: UCI, Neonatos, Urgencias, Geriatría (¡arjj!), Quirófano, Medicina
Interna (jajajaja) y Hemodiálisis.
—¡Venga,
va! ¡Hemodiálisis!
He de
añadir, que una compañera mía auxiliar acababa de elegir ese destino y dije que
me iba con ella, que era una crack.
Aquello
nada tiene que ver con nada. Aquello es un mundo lleno de máquinas (eso, bien),
fístulas, sistemas con más salidas y entradas que el alcantarillado de Madrid,
y pacientes crónicos...
Bien.
Me gusta aprender. Me motiva. Bien.
Mal.
No mola estar perdida. No mola que los pacientes no se fíen de ti. No mola
sentirse insegura hasta purgando una bomba. Mal.
Y pese
a que estoy más bien que mal, casi todos los días, he de explicaros el título
de esta entrada:
Por
todo enfermero es sabido que para paciente "especial" los de nefrología.
Ahora puedo ratificarlo, subrayarlo con fosforito, y decir: ¡no querías caldo, pues dos tazas, guapa!
¡Madre
santa! ¡Es que no se cortan ni un poco! Hay quién no siente ningún pudor en
decir delante de mí:
—Ésta
que no me piche
—Ésta
que no haga la diálisis.
Con
razón, más de uno se ha ido al baño a llorar, cómo te pille floja te hunden en
la miseria. No todos, obvio, sino, se me habría puesto el culo como un tambor
de no moverme (acabo de entender porqué estoy engordando, si como lo mismo). Hay
quién es amable y valiente y no le importa que esta enfermera nueva, con cuatro trienios, se
acerque. Hay a quién no le distingo cara de terror, ni temblor del labio inferior,
si ve que preparo el campo para pincharle... GRACIAS ( a esas buenas almas
pacientes). Y ahora perdonadme estas ordinariez: pero si los clientes de interna
los tenían cuadrados, estos los tienen octogonales y como el caballo de
Espartero.
Me he
hecho con un montón de refranes para aprovecharme de la sabiduría popular y
mejorar mi estado anímico cuando los males puedan a los bienes.
Tiempo
al tiempo
Nadie
nace aprendido
Paciencia
que es la madre de la ciencia
No hay
mayor desprecio que no hacer aprecio
El
tiempo pone a cada uno en su lugar
Más
vale malo conocido...
El que
la sigue la consigue (o la persigue como dice mi primo Chuchi).
Quien
adelante no mira, atrás se queda
No hay
rosas sin espinas
A
camino largo, paso corto.
Os iré
contando mis progresos y mis kilos de más.
venga!! mucho animo y enhorabuena por ese cambio de hospital
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