NOS ESTÁS ROBANDO EL AMOR.
Hace
una semana Judith iba a una fiesta de cumpleaños donde iba a conocer a su
futura pareja. La celebración era en un bar y el camarero de ojos azules,
Diego, se quedaría tan impactado con la sonrisa de esa preciosa chica que haría
méritos para pedirle que le esperara al salir. En su primera cita oficial, la
chispa entre ellos les dejaría la boca dolorida de sonreír; en la segunda de
besarse.
Marta
iba decidida, hace diez días, a conversar de una vez con el chico con el tantas
veces coincidía en la parada del autobus y por mucho que las miradas hablasen
por ellos, ninguno se había atrevido a entablar relación. Jaime estaba deseando
salir del taller para llegar a la parada y cruzarse, de nuevo, con la chica de
las pecas infinitas. Ella no fue, en su empresa le hicieron un ERTE y decidió
volver a su pueblo, justo el sábado en el que se dictó el estado de alarma.
Carla
llega a su casa cansada. Es cajera, estos días en la tienda están siendo
agotadores. Parece que la gente se prepara para el apocalipsis. Suena el
teléfono, es su madre, está desecha, han ingresado a su padre por neumonía
bilateral. Ella intenta calmarla, quiere estar allí, arroparla, abrazarla y
decirle que todo va a ir bien, pero no puede, es personal de riesgo. Hablan de
él, de lo fuerte que es, de que superó un infarto y esa Navidad se disfrazó de
Papá Noel para hacerles reír; siempre divertido, siempre gastando bromas. Antes
de colgar se dicen que se quieren, por primera vez, por lo que pueda pasar, nunca han sido de expresar sus emociones. Ni
ella ni su madre volverán a tocar la mano de su padre. Dos días después fallece,
solo, en un hospital.
Julián
es médico, de urgencias. El turno ha sido una locura, nunca había vivido nada
así. Llega a casa desolado, muy triste, se han muerto muchos pacientes y ni
siquiera se han dado cuenta. Está recién casado, abre la puerta de casa, su
mujer Ruth le espera con esa sonrisa calmada que le enamoró. Él no se atreve a
tocarla, puede estar infectado y por nada del mundo quiere contagiarla. Hoy era
el día en el que se iban a quedar embarazados, ella sufre de ovarios
poliquísticos y es muy difícil acertar. Quizás dentro de unos años otro bebé
nacerá, pero este, al que le iban a dar todo su amor, no.
Este
maldito bicho no solo nos ha confinado en casa. No solo está matando y
enfermando a millones de personas. No solo está dejando sin empleo a mucha
gente. No solo nos está dejando sin recursos en la sanidad. Se nos olvida lo más
importante: nos está robando el amor. Está impidiendo que Judith conozca al amor
de su vida, evitando que Jaime superé sus penas al encontrar a su alma gemela,
traumando de por vida a Carla y a su madre por no haber podido acompañar a ese
gran hombre los últimos minutos de su caminar y confesarle todo lo que
significó para ellas, y negando la vida a ese precioso bebé.
Este
virus es malo, muy malo. Eres muy malo, te lo digo por escrito, desgraciado.
Debería
concluir con un final esperanzador, pero es todo una incógnita. No sé si lo que
hubo de venir acabará sucediendo porque esto no es más que un paréntesis, y los
puntos suspensivos que se abrieron el 15 de marzo se borren y redacten lo que
les tocaba, pero creo que no, lástima que esto no es una novela de las mías. La
gente me pregunta en el hospital: ¿escribirás un libro de lo que estás
viviendo? Yo siempre les respondo que no, de esto no, es muy feo, y yo escribo
bonito.
Habrá
otras vidas, otros encuentros y muchos abrazos, pero nunca los que pudieron ser
y no han sido por el perverso COVID19. Eso es lo que, lamentablemente, creo.
Pero
tendremos, cuando le venzamos, porque lo vamos a hacer, que no te quepa duda, la
obligación moral de resarcirnos y de amar sin medida a todos los seres humanos
que logren triunfar y velar como se merecen a los que perdieron la batalla.
Por
todo el amor que se está quedando entre paréntesis.
Irene Ferb.
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Tanta verdad en estas breves historias ... #cuidate y quedateencasa
ResponderEliminarMe has encogido el alma, mi niña, de verdad. Qué triste y doloroso lo que estamos perdiendo a tantos niveles. Mucha fuerza y cuídate, amor.
ResponderEliminarQue panza a llorar llevo... Un besete gordo
ResponderEliminarLa triste verdad y encima es realidad y lo digo encima como madre de sanitaria un abrazo virtual
ResponderEliminarDesde luego,parece que estamos viviendo una película de ciencia ficción.Esperemos tener pronto una realidad bonita y un futuro esperanzador
ResponderEliminarTodo esto que está pasando es surrealista, no parece cierto, pero lo es. Cuanta razón Irene, y cuanta tristeza.
ResponderEliminarGracias por luchar contra el monstruo en primera línea cada día. Gracias a ti y a todas las personas que nos hacéis este encierro más seguro y fácil.