EL PUTO ERROR AL ACECHO




         No se me va de la cabeza, ni creo que a nadie... la noticia de esta semana, la trágica noticia. Esa que si saliese un duende de una lámpara y me concediera tres deseos uno de ellos sería echar el tiempo para atrás y volver a la mañana del miércoles e impedir que ese hombre se despistara.
         No se me va de la cabeza, ni creo que a nadie... el error, siempre al acecho, porque somos personas y ya se sabe que imperfectos y ya se sabe que todos cometemos errores, y ya se sabe que todavía hay gente que se cree a salvo.
         Pero no. Yo llevo estos días mirando a mi pequeña con más dulzura, amor y cuidado que otras veces, porque se me ha colado en el alma y le pido al cielo que los errores que yo cometa con ella, porque los cometeré, no sean tan tremendos. Subrayo: nadie está a salvo.
         Vivimos "en prisa", ya no "deprisa", nos hemos superado, la urgencia ya viene en nuestros genes, nada más despertar ya corremos, hasta de vacaciones nos estresamos. No me puedo imaginar lo que es llevar a cuatro niños a sus respectivos colegios, ese amanecer, ese desayuno, ese prepara las mochilas, móntate en el coche, devuélvele el juguete a tu hermano, no os peguéis, bla, bla, bla... Y si me puedo imaginar (habrá quien no, pero yo sí) que te suena el teléfono, que tu hija se ha quedado calladita en su silla y te despistas y te crees que ya la has llevado a su guardería, como ayer y antes de ayer...
         Y no se me va de la cabeza esa niña ahí... ni a esos padres cuando descubrieron el puto error que ha destrozado sus vidas.
         No hay palabras de consuelo para esa familia y menos para ese hombre. Yo solo puedo decir que le ha tocado a él, que ese día el error andaba al acecho y se aprovechó de su despiste, que "gracias" a él va a ser difícil que esto vuelva a suceder en España durante unos años y que esa niña quizás salve a algunos otros. Pero que errores cometemos todos y aunque este haya acarreado la peor consecuencia nadie se equivoca queriendo y menos con tus propios hijos.
         Trabajo en un hospital y se mete la pata y claro que hay despistes. El miedo que se siente cuando te das cuenta de que te has equivocado no se lo deseo a nadie, te tiembla el cuerpo por dentro porque hablamos de la vida de otro que está en tus manos. Y nadie quiere errar pero sucede. Yo lo admito, hay quien no.
         Padre de esa niña, yo te entiendo y te envío todo mi apoyo, que de nada te sirve, pero te lo envío porque no eres perfecto y te ha tocado a ti el castigo más cruel que se pueda imaginar. Espero que tu familia te arrope y sepa comprenderlo. Muchos lo hacemos. A los que no, por favor, respetad su dolor y dejaros de maldecir en redes, rezad porque cuando el error vuelva al acecho no se cebe con vosotros.
     
                                 DESCANSA EN PAZ, PEQUEÑA




Comentarios

Entradas populares de este blog

LUNA PARA DOS (o para el que quiera leerla)

AMNISTIA POR NAVIDAD (EN SANIDAD)

EL PASE