3 Enero 2014… ¡Feliz año!



         —Perdone, caballero, ¿está haciendo usted el inhalador?
         —Ya estamos —refunfuña—… ¡No tenéis ni p. idea! Lo que pasa aquí no lo he visto yo nunca.
         «¡Ala! Eso nada más empezar mi turno, 22.30 de la noche, acabo de abrir la puerta de una paciente ingresado en mi planta, y me suelta esa joya… y ahora yo qué le contesto. Venga, respira, Irene…No te lo dice a ti, es a tu pijama».
         —A ver, caballero. Entiendo que piense que esto es un desastre (valido), tenemos un programa informático nuevo (explico), y todavía no lo manejamos muy bien, lo siento (disculpo).
         —¡Pues haced un curso, co…! —en un tono digno de Telecinco.
         «¿Pero y éste tío? ¿De qué va? ¡Si ya hemos hecho el curso! Respira, Irene».
         —Yo sólo le estoy preguntando si está haciendo usted el inhalador, no lo tenemos en la farmacia del hospital, y por eso se lo pregunto…
         Se desata la bestia. Me pone de vuelta y media más dos o tres vueltas más. Mensajes como: esto es un desastre, sois una panda de ineptos, déjame en paz, cada día me dais lo que os da la gana (os juro que no, le administramos lo que pone en el programa nuevo... ejem, ejem…).
         Cierro la puerta. Escucho mi corazón latir a más de cien (taquicardia sinusal, pero taquicardia). Y encima me quedan nueve horas y quince minutos. Tengo que pasar a ponerle un antibiótico, y a tomarle las constantes… ¡venga! En cuanto me vuelva a ver, le sale espuma por la boca y se le da la vuelta la cabeza, como si lo viera.
         ¿Y yo qué? ¿Alguien se ha dado cuenta de que la gente que trabaja en un hospital, es gente, en fin, personas? Desde fuera, es muy fácil aconsejar… Bueno, pobres, son enfermos, están pasando una etapa dura, debéis entenderlos, no dejéis que os afecte… Ja, ja,ja ¡¡¿¿Y eso cómo se hace??!!  Porque sinceramente, generalmente no me resbala que me griten que soy una inútil. Es cierto, que yo tengo sangre, hay quién anda justito y no alcanza a los cinco litros, y ni se inmuta; pero a la que tengas un poco de amor propio, te afecta.
         En ocasiones, mi planta es el pasillo de los horrores. Ir con tu bandejita a repartir las pastillas de la cena, es más complicado que explicar a todo un pasaje que el avión no va a despegar porque están en huelga los pilotos.
         De eso va a ir esta columna, semanario, desahogo o como lo queráis llamar; de la vida de una diplomada en enfermería en una planta …(anótese que escribí diplomada: las enfermeras fuimos a la universidad… maldita la hora que esta menda lerenda eligió carrera). Serán casos reales, claro está protegiendo la identidad del paciente, y añadiéndole un toque de gracia, aunque os aseguro que cuando lo vives tiene más bien poca…

Irene Ferb.



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