Recapitulando y más

¡Uff! Pues anda que no ha habido novedades es este tiempo… Perdonad el retraso, pero ando más que liada con la presentación del libro. He decidido haceros un resumen de cómo están las cosas por esta tormentosa planta.
         ¿Recordáis esa primera entrada, la del señor que me increpó nada más abrir la puerta? Pues bien, bueno, mal; falleció. Su familia asaltó al médico cuando salía del ascensor de buena mañana y casi le pegan a grito de «facha».
         De la segunda entrada, aquella en la que lloré porque se iba un paciente… No he llorado más. Bueno sí, yo lloro mucho, va en mi condición, pero en referencia a emocionarme por la marcha de un paciente y su estimada familia a su hogar, ni una lágrima, en toda caso, palmitas con las orejas.
         ¿Os acordáis de «dónde hay patrón no nada marinero»? Os confieso que es una de mis favoritas. He sido una desconsiderada y no os he contado cómo se resolvió nuestra ausencia de capitán. ¡Tenemos un nuevo capitán! No es español, posee un nombre raro, y lo de las planillas todavía no lo tiene muy claro, lo que me conduce a la entrada de las planillas. No hemos mejorado, nuestra dependencia va in crescendo y más ahora, que el que las hace esta verde como Shrek; pero es majo, eso no se puede negar.
         Gracias a Dios, no ha habido fuego y no he tenido que cargar con los abuelitos por la escalera de emergencia; lo digo por aquello que grabé del plan de emergencia, por cierto, que todavía no ha salido (las cosas de palacio que van despacio, despacio).
         ¿Y esa entrada Bates motel? La de la habitación aterradora… muy a mi pesar sigue habiendo habitaciones en las que al entrar te tiritan las canillas, el olfato se satura y las membranas timpánicas se aturden con el vocerío, y ¡las que te rondaré morena!

         Respecto a mi compañero, ése nuevo que le agarraron por las solapas por no machacar una pastilla; se dio la baja y no ha vuelto. Su contrato ha cesado y vino otra compañera con habichuela (y digo otra, porque ya teníamos dos), que se dio la baja a la semana (por contracciones anticipadas). Aunque era muy dispuesta, su experiencia era en UVI y tanto: “pasillo, paciente, pastilla”, hartó a la habichuela que le dijo «vámonos pá casa mami, que esto es muy cansado y llevas sin merendar seis tardes». En su lugar, los Dioses de la gerencia han traído a una enfermera suplente que se va en mayo y no sabemos quién vendrá a ocupar ese puesto maldito. ¡Ah! Y las dos compañeras con habichuela se acaban de dar la baja y no están cubiertas. Total, que en vez de ocho enfermeras de tarde, somos cinco ¿Os apetece venir a echarnos una mano?



         La de los leggins no ha regresado. Estad atentos en vuestras casas. Es como las polillas, recordad que hurgaba por los armarios.
         El artículo «conmoción»… el del romprebragas, ya os hice un comentario, pero por si no lo habéis leído: las mercerías están cerrando en masa, el rompebragas tiene pareja.
         De las dos últimas entradas: sigo odiando tomar tensiones, también va en mi condición, como lo de llorona, y desde luego, salir o librar, es lo mejor de mi día a día enfermero.
         Ya hemos recapitulado. Ya estáis al día… y ahora os cuento la última:

        —¡¿Dónde está la enfermera de la noche?! —dos hombres a voz en grito en el mostrador—. ¿Dónde está? ¡La vamos a matar!

         La enfermera de la noche —no era yo— estaba durmiendo en su casita, tan a gusto, después de su dura jornada laboral. ¿Qué había hecho para ser la víctima de esa amenaza?... Pegar a los abuelos, a todos, uno por uno, según les daba las pastillas, les agregaba un bofetón y los dejaba suaves como mantas. Totalmente creíble, ¿a qué sí? Pues eso es lo que dijo la familiar de esos energúmenos que asaltaron el mostrador y por eso se llamó a los supervisores de guardia. Como el asunto era tan creíble, nuestros jefes se vieron obligados a preguntar cómo era esa enfermera, por si pudiera ser verdad que fuera pegando tortas a los pacientes… ¡Los que tienen dos tortas son ellos! ¡Todos! ¡Los supervisores y los energúmenos! Estamos totalmente vendidos, ¿os dais cuenta? Alguien amenaza de muerte a un trabajador y nuestra empresa en vez de echarle a la calle y denunciarle, duda sobre nosotros, y pone en tela de juicio nuestra cordura.
         ¡Ala! Os dejo con esta reflexión… ¿Por qué no existe la atención al sanitario? Yo también quiero poner quejas a las familias, sobre todo a aquellas que te amenazan con matarte y el hospital no hace nada.


         Chao… ¡recordad! Ya ha salido a la venta mi libro: Abrázame que no te quiero. Nada que ver, divertido, romántico, diferente, positivo, esperanzador y barato. Os dejo el trailer.

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