Picorcillo en la nuca
Hay un síntoma común, un
síntoma extraño, idiopático —de causa desconocida—, pero lamentablemente cada
día más frecuente y extendido. Un síntoma que a pesar de que hay equipos,
estudios y profesionales que se dedican a ello, sigue apareciendo en nuestra profesión.
Es raro el enfermero que no ha padecido alguna vez ese síntoma, y viendo lo
visto, y contando lo que cuento, muy a mi pesar, creo que por lo menos esta
enfermera lo sentirá de nuevo. Porque soy una persona.
El síntoma: picorcillo
en la nuca, agudo, escalofriante. Va seguido de malestar general y miedo, mucho
miedo. Puede ir acompañado de sudor, dolor de cabeza instantáneo y susto, mucho
susto.
Enfermería es el último
paso, enfermería es quién te administra el tratamiento o el cuidado. Somos las
manos, y hay tan pocas… ¡HAY TAN POCAS! Las manos no dan a basto, las manos son
compañeras de unas piernas que se tropiezan al final del turno agotadas; a las
manos las dirige una cabeza que está estresada, exhausta y a la que le llegan
durante el turno cientos de mensajes por diferentes vías de comunicación y en
diferentes tonos. Y después de coger el teléfono, los timbres, escuchar al
celador, al auxiliar, y al médico, a la vez que sacas y cargas la medicación, no
es extraño que nuestro entendimiento de vueltas y engañe a nuestras manos para que cargue ceftazidima en vez de
cefazolina o cefuroxima. Hay que sumarle a esto, otro dato muy importante: no
somos solo cabezas, no, tenemos emociones, y cuando te encuentras planillas
agotadoras o que falta un compañero y no lo han cubierto y ese día vas a
encargarte de seis pacientes más, nuestras mentes se llenan de más ruido, se
nublan, y es ahí donde el despiste, se hace un firme candidato en tu turno de
trabajo. Y a nadie parece importarle, porque en la teoría, hay cada día más
estudios, pero en la práctica, cada vez somos menos manos.
No culpo únicamente a
la carencia de personal, ¡no!, sería absurdo. El error siempre sucederá porque
como he dicho antes, somos personas; pero a mi entender, el error humano es
inevitable. El que sí que es eludible es el de la sobrecarga de trabajo. Ese
sí.
Yo, por desgracia, he
sentido varias veces ese picorcillo en la nuca, y no se lo deseo a nadie. Los errores
son estúpidos, rápidos e incompresibles para el que los comete, y después te
hacen sentir fatal. Le das mil vueltas flagelantes como látigos «¿Por qué?
¿Cómo no me he dado cuenta? ¿Le pasará algo al paciente?»
La gente que no trabaja
en esto, en muchas ocasiones me ha dicho:
—Ya, pero es que
vosotros no os podéis equivocar. Debéis tener cuidado.
Yo les contesto.
—Ya, ¿y eso cómo se
hace? ¿Acaso te equivocas a posta?
Mi discernimiento me da
a entender que el error siempre va a estar al acecho, y a veces vencerá.
Partiendo de ahí, solo nos queda poder corregirlo. Si el que lo comete se da
cuenta en seguida, a pesar de que sienta ese escalofrió en la nuca tan
desagradable, tomará las medidas precisas para subsanarlo. Pero si el que lo
comete va como las motos, se saltará con las prisas los stop, los semáforos y
las alarmas, y no será capaz de subsanar nada, porque al final del camino no
sabrá ni por dónde ha ido.
Escribo este entrada
con miedo, mi intención no es asustar, y si lo estáis, quitaos el susto. Yo
quiero que entendáis que los sanitarios somos personas; quiero que entendáis que
sufrimos mucho cuando nos equivocamos, más que en otro tipo de trabajo; pero también
quiero que entendáis que el cuerpo humano es sabio y cuando algo no le sienta
bien, avisa, y os aseguro que todas las manos que estén trabajando en ese turno
se desvivirán por cuidarte… porque a pesar de todo, estáis en buenas manos. Podéis
creerme.
Echarle un vistazo a
este enlace…
http://www.elmundo.es/salud/2013/11/25/5293568c6843411a688b4589.html
Me ha encantado tu entrada Irene. Y cierto, no debemos tener miedo en lo que a papel de paciente se refiere, porque somos responsables y nos importa lo que hacemos. Somos conscientes de que en nuestras manos está una persona y la tratamos con el mejor cuidado y el mayor de los respetos. También hay sistemas de seguridad para prevenir errores y checklist para que no se te olvide nada. Pero somos humanos y cada vez trabajamos más bajo presión y con menos personal y mayores cargas de trabajo. Pero por difícil que sea, nunca dejamos de trabajar con la mayor de las excelencias. Pronto nos conoceremos. Ya tengo ganas. Un saludo
ResponderEliminarSonia
Reconozco que hoy es el primer día que leo con detenimiento tus escritos. Son excelentes, lo digo como lectora, ojo, que tiene más valor si cabe que cualquier otro aspecto eprsonal.
ResponderEliminarSí, el error, la negligencia, la metedura de pata... como quieras llamarlo. Pero ese error se comete en personas, no en sillas ni en papeles. No es un error tipográfico que puedes solucionar revisando el texto. En las personas cada error deja huella que puede ser definitiva o no en base a la actitud profesional o no del que es responsable.
Yo, más que picorcillo en la nuca, le llamaría «bajada brusca de sangre a los pies y vértigo con sensanción de ganar de morir ¡ya!» a nadie debe dejar indiferente un error,peorque si a alquien de nuestro ámbito le deja indiferente un error propio me atrevo a tacharlo de monstruo.
De forma muy humilde y sin olbigación a nada, te dejo mi enlace, proque traté este tema hace muy poquito...
http://lolamontalvo.blogspot.com.es/2014/03/reflexiones-errores-negligencias.html
Besos miles
¡Qué lo lea todo el mundo! Espectacular, Lola. Me has dejado sin palabras.
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