INGENIERAS DE LA NASA CON PIJAMA
En muchas ocasiones cuando salgo de una habitación y
reparo en las preguntas, ruegos, y dudas que me han expuesto dentro, me
cuestiono:
¿Podrían
ficharme los de la NASA? ¿Somos las enfermeras unas eruditas invisibles e
infravaloradas? ¿Realmente estoy bastante por encima de la media?
Porque
yo os prometo que mi nivel cultural anda
justito, en Historia y Geografía estoy
bajo mínimos y descendiendo a la vez que cumplo años y mi memoria hace huecos
para nombres de series. Creía sinceramente que era una tipa normal, con un
intelecto normal, más o menos como mis compañeras, cada una despunta en algún
tema o habilidad, pero visto lo visto, y aunque suene pretencioso:
Enfermeros
y enfermeras del mundo ¡somos unos lumbreras!
Y no,
no me he levantado con el ego subido y me estoy tirando el pisto, os pienso
poner ejemplos, aunque supongo que vosotros tendréis miles de anécdotas que
refuerzan ésta opinión:
Una
tarde se me acercó un yerno, con pinta de repipi, para pedirme que subiera la
cama de su suegra. Os explico que nuestras camas son articuladas y eléctricas y que se manejan con
un mando en el que hay unas flechas y unos dibujos que indican el movimiento, y
que son tan sencillas —o eso creía yo— que hasta un “niño de teta” podría
activarlas. Pues como lo que te adoctrinan en la escuela de enfermería es que
hay que fomentar la autonomía del paciente y su familia, me dispuse a
informarle al buen señor, del funcionamiento del mando, para que la próxima vez
pudiera hacerlo él. ¿Bien, no? Ja, ja, ja ¡¿Para qué quieres más?! Me expuso —sin
ponerse colorado— que aquello era un galimatías, que cada uno sabía de lo que
sabía, y que él no tenía porque entender de mandos (totalmente en desacuerdo,
si de algo hay que entender hoy, es de mandos). Me acabó preguntando si yo
conocía las teorías de Kant —ya os he dicho que era un repipi— y se negó a que
le enseñara el funcionamiento del mando. ¡Ah! A ninguna de mis compañeras, ni a
mí, nos dieron un ciclo formativo sobre el dichoso mando. Lo deducimos nosotras
solas. ¿Entendéis porqué creo que deberían ficharnos los de la NASA?
¡Cuidado! No hablo de abuelitos, ni de
pacientes muy graves, hablo de mediana edad y de gente joven aparentemente
autosuficiente. Me refiero a seres humanos que conducen, cocinan, usan tarjetas
de crédito, tienen móvil, manejan internet y han superado la pantalla cien del
Candy crush. De esos que si les para Juanra Bonet —Lo sabe o no lo sabe— hacen un ridículo
memorable.
No me
queda más que dar la enhorabuena a los enfermeros del mundo:
¡Enhorabuena!
Porque sois astutos, resolutivos, creativos, intuitivos, cuidadosos, preparados,
empáticos, organizados, trabajadores inagotables, curiosos, observadores, caritativos
(sí, caritativos, a los que nos pagan la noche se le llama caridad).
Después
de este baño de alabanzas generalizado, he de añadir a los que no sois enfermeros
y estáis ojeando esta entrada. Queridos, incluíros en el párrafo anterior. Si estáis
leyendo un blog, pasáis directamente a estar por encima de la media.
¡Enhorabuena!
¡A
celebrarlo! ¡Buen fin de semana!
Soy Enfermera también y me encuentro en la misma situación que tu (no en el mismo servicio, pero te aseguro que pasa en todos, si digo en todos porque últimamente soy la "tapa huecos"; un puesto muy "grato", el cual me da ganas de "agradecer" todos los días).Pero más que en la misma situación, pienso y siento como tu. He llegado hasta aquí porque acabo de leer tu entrevista en la revista del codem del mes pasado, y es que me has llegado al alma cuando dices "Ser enfermera, ya no es un trabajo, va en ti", y es que a pesar de todo es la pura verdad, así que te felicito por tu blog y leeré tu libro.
ResponderEliminarUn saludo Irene!
Increible alguien que comparta mis mismas experiencias...maravilloso
ResponderEliminar